Si te ves a ti mismo
perdiendo los nervios, gritando y fuera de sí. Realmente la persona objetivo de tu enfado, no es la correcta. Nuestros
seres queridos funcionan como mensajeros y muchas personas, con las que nos encontramos
en la vida cotidiana, por ejemplo en el traabajo, también son mensajeros. A nuestros seres queridos más cercanos
les toca, además, el difícil papel de “ser nuestros maestros”, porque les tocará enseñarnos, no una, sino muchas
cosas de nosotros mismos, que nos cuesta ver y aceptar. Mensajeros y maestros son
espejos que nos muestras aquellas cosas que más detestamos en nosotros mismos. Y como no nos gusta lo que vemos, perdemos
los estribos con ellos y los usamos de chivo expiatorio.
Los seres humanos somos muy complejos y como ya he dicho
otras veces, somos una mezcla de papá y de mamá aderezado con cosas propias que
hemos ido aprendiendo con la experiencia. Incluso
aquello que más odiamos en nuestros padres es aquello que más repetimos y esto
produce una gran angustia y desgaste. O sinó, haremos todo lo contrario de tal o cual conducta, que
no nos gustaba nada en nuestros padres, lo que también nos producirá tensión.
Es fácil entender que de unas
personas con las que hemos convivido 24 horas al día, una media de veinte años,
hayamos aprendido un montón de comportamiento por imitación, que nada tienen que
ver con nosotros o con nuestra forma de ser. Lamentablemente no copiamos solo el gesto al sonreír o la forma de
caminar, ni tampoco solo lo bueno.
Entonces lo primero es detectar
estas conductas, parándonos cuando estamos en pleno estado convulso, aislarnos
y pensar quien era así en casa ¿papá o
mamá?, a veces no podemos verlo a simple vista, pero si tenemos paciencia y
tiramos del hilo podemos llegar a esta/s conductas. Una vez detectada y
sabiendo quien es su dueño, tomaremos conciencia de que esa
conducta la tenemos por imitación NO ES NUESTRA, NOSOTROS NO SOMOS ASI. Y
poco a poco, nos iremos quitando estos lastres de la mochila que es nuestra
persona, podremos andar más ligeros y sobre todo más felices, porque la
mochila se irá quedando solo con lo nuestro, lo que somos de verdad!
Si logramos detectar estas
conductas, cada vez que nos de un ataque de ira, nuestro cerebro se acordará de lo que
descubrimos y poco a poco este comportamiento
irá desapareciendo. Todo poco a poco, porque desaprender cosas tan arraigadas
no se hace de un día para otro. Y todo esto hay que hacerlo siempre con mucho
amor y mucho respeto hacia nosotros mismos, con la única intención de llegar a
nuestro verdadero ser.
Los padres nunca van a querer cosas
malas para los hijos, los padres han
hecho lo que mejor han podido o sabido. Perdonar a los padres también es muy
importante, si queremos hacer una limpieza profunda en nuestra casa.
Luz y amor para todos, PATRICIA.
Felicidades Patricia! Reflexión buenísima. La memoria celular que llevamos, no es solo la genética, sino también la emocional que heredamos de los que caminaron antes que nosotros. Tomar conciencia de ello nos libera para llegar a Ser quien REAL(-mente) somos
ResponderEliminarUn abrazo
Luis
Gracias Patricia
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