lunes, 2 de septiembre de 2013

Los mensajeros y maestros de la vida




Si  te ves a ti mismo perdiendo los nervios, gritando y fuera de sí. Realmente la persona objetivo  de tu enfado, no es la correcta. Nuestros seres queridos funcionan como mensajeros y muchas personas, con las que nos encontramos en la vida cotidiana, por ejemplo en el traabajo, también son mensajeros. A nuestros seres queridos más cercanos les toca, además, el difícil papel de “ser nuestros maestros”,  porque les tocará enseñarnos, no una, sino muchas cosas de nosotros mismos, que nos cuesta ver y aceptar. Mensajeros y maestros son espejos que nos muestras aquellas cosas que más detestamos en nosotros mismos.  Y como no nos gusta lo que vemos, perdemos los estribos con ellos y los usamos de chivo expiatorio.

Los seres humanos somos muy complejos y como ya he dicho otras veces, somos una mezcla de papá y de mamá aderezado con cosas propias que hemos ido aprendiendo con la experiencia. Incluso aquello que más odiamos en nuestros padres es aquello que más repetimos y esto produce una gran angustia y desgaste. O sinó, haremos  todo lo contrario de tal o cual conducta, que no nos gustaba nada en nuestros padres, lo que también nos producirá tensión.
Es fácil entender que de unas personas con las que hemos convivido 24 horas al día, una media de veinte años, hayamos aprendido un montón de comportamiento por imitación, que nada tienen que ver con nosotros o con nuestra forma de ser. Lamentablemente no copiamos solo el gesto al sonreír o la forma de caminar, ni tampoco solo lo bueno.

Entonces lo primero es detectar estas conductas, parándonos cuando estamos en pleno estado convulso, aislarnos y pensar  quien era así en casa ¿papá o mamá?, a veces no podemos verlo a simple vista, pero si tenemos paciencia y tiramos del hilo podemos llegar a esta/s conductas. Una vez detectada y sabiendo quien es su dueño, tomaremos conciencia  de que esa conducta la tenemos por imitación NO ES NUESTRA, NOSOTROS NO SOMOS ASI. Y poco a poco, nos iremos quitando estos lastres de la mochila que es nuestra persona, podremos andar más ligeros y sobre todo más felices, porque  la mochila se irá quedando solo con lo nuestro, lo que somos de verdad!        
Si logramos detectar estas conductas, cada vez que nos de un ataque de ira,  nuestro cerebro se acordará de lo que descubrimos y  poco a poco este comportamiento irá desapareciendo. Todo poco a poco, porque desaprender cosas tan arraigadas no se hace de un día para otro. Y todo esto hay que hacerlo siempre con mucho amor y mucho respeto hacia nosotros mismos, con la única intención de llegar a nuestro verdadero ser.

Los padres nunca van a querer cosas malas para los hijos, los padres han hecho lo que mejor han podido o sabido. Perdonar a los padres también es muy importante, si queremos hacer una limpieza profunda en nuestra casa.

Luz y amor para todos, PATRICIA.

2 comentarios:

  1. Felicidades Patricia! Reflexión buenísima. La memoria celular que llevamos, no es solo la genética, sino también la emocional que heredamos de los que caminaron antes que nosotros. Tomar conciencia de ello nos libera para llegar a Ser quien REAL(-mente) somos
    Un abrazo
    Luis

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