Me pregunto ¿qué es la
soledad?, ¿hay diferentes tipos de soledad?, ¿es necesaria o por el contrario
dañina?, ¿existen soledades acompañadas?, ¿soledad y tristeza van siempre de la
mano?...
Antes hay que hacer la
diferencia entre estar solo y sentirse solo, son cosas distintas.
Existen soledades positivas como la
soledad para equilibrar la mente, se
decide voluntariamente y muchas personas normales la necesitan para poner orden
y sosiego a sus vidas estresadas y aceleradas. Por ejemplo se consigue con un
fin de semana tranquilo y relajado en casa o con salida a sitios de naturaleza
o visitando un museo... También puede darse la soledad plena, en personas con una vida interior y exterior rica
para las que estar durante largos periodos solos no supone un estado doloroso
sino deseado, con el que conviven en armonía. Muchos jubilados y artistas
podrían pertenecer a este grupo. Ni que decir de los ascetas, místicos o yoguis
que deciden aislarse durante años, para los que la soledad total y el silencio son la base para alcanzar el cielo, la
iluminación o como se quiera llamar.
Sin embargo, aquellas personas que se sienten solas, viven la soledad en su forma negativa como una carga, un estado doloroso, de profunda tristeza del alma, de desaliento y desasosiego. Cada día en nuestro mundo occidental existen más personas que sufren este tipo de soledad, para los que vivir no tiene sentido. Tienen la sensación de que todo ha acabado, no tienen aliciente alguno y la televisión se convierte en una compañera ruidosa que anestesia la mente. De esta manera, se sumergen en un aislamiento silencioso y profundo, al que le ven difícil salida.
Sin embargo, aquellas personas que se sienten solas, viven la soledad en su forma negativa como una carga, un estado doloroso, de profunda tristeza del alma, de desaliento y desasosiego. Cada día en nuestro mundo occidental existen más personas que sufren este tipo de soledad, para los que vivir no tiene sentido. Tienen la sensación de que todo ha acabado, no tienen aliciente alguno y la televisión se convierte en una compañera ruidosa que anestesia la mente. De esta manera, se sumergen en un aislamiento silencioso y profundo, al que le ven difícil salida.
Habría que preguntarse porque
han llegado a este extremo y por qué no consiguen una vida plena. Es verdad que
el ser humano es un ser social y
necesita de otros seres humanos, pero también es verdad que, con nuestra
inteligencia, la soledad puede llenarse con
cosas buenas.
La era industrial —de la que estamos saliendo para dar lugar a la era cibernética—, ha hecho que muchos
seres humanos se conviertan en las maquinas que les enseñaron a manejar. Se ha
deshumanizado a una gran parte de la población, en pos de la producción y la
eficiencia unida a la rentabilidad económica. Y así muchos llegan a la edad en
que los hijos ya han crecido y no les necesitan y a la jubilación —que debería
ser el momento de empezar a disfrutar—, sintiéndose solos y aburridos, porque
les han quitado las máquinas —que era lo único que conocieron y que les
consumía las horas del día—. Si además los hijos ya no están en casa y son
viudos o separados el problema aún se agrava más.
Estas personas no tienen un
hobby, distracción, pasión, entretenimiento, interés por algo. No les enseñaron
a edades tempranas la búsqueda del gozo y el divertimento, solo les enseñaron y
solo se dedicaron a trabajar. Y como todo en la vida si no se aprende desde muy
joven, después es más difícil de aprender, pero no imposible.
Para aquellos que sufran la
soledad negativa deben, como los niños, empezar por desarrollar la curiosidad. Es mentira que el cerebro se ha apagado
como las maquinas que ya no manejan, todo lo contrario, lo que está esperando
es que su dueño vuelva a ponerlo en funcionamiento. Hacerse preguntas del tipo: ¿qué me veo haciendo, que me gustaría,
que me permite mi estado físico y económico?... Seguro descubrirá alguna afición y tendrá que hacer el esfuerzo por
acercarse a ella poco a poco. Al
principio el pánico y el miedo de aprender algo nuevo siempre es grande, pero
puede vencerse. También puede pedirse ayuda a un hijo, un nieto, un amigo, un
vecino, internet, un libro… El caso es aprender
o practicar algo —siempre se puede y nunca es tarde—. En la vida hay más
cosas que trabajar y hay algunas que se hacen por puro goce y satisfacción personal.
De la soledad en la era
cibernética hablaré en el próximo post.
Luz y amor para todos,
PATRICIA
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