La semana pasada hablaba de los viejos, del poco o nulo caso
que les hacemos. Hablaba también de que en otras culturas indígenas y en la
nuestra, siglos atrás, eran escuchados y reverenciados. Eran quienes daban las
soluciones a los problemas y tomaban las decisiones más importantes dentro de
su clan, porque eran los depositarios de la sabiduría de la vida.
Hoy en día se prima la juventud como fuente de todo y para
todo. Y es en esta banda de edad dónde se buscan las respuestas. En occidente
estamos asistiendo a una crisis tremenda, brutal, de valores, social, económica, etc. Muchos
hablan de que haría falta un nuevo orden social y político. Todos somos más o
menos conscientes de que las viejas fórmulas no funcionan.
Me pregunto qué pasaría si empezáramos a escuchar a los
ancianos, a nuestros “viejos”, qué harían si les preguntáramos como resolver
los problemas. Lamentablemente cuando hablamos de la tercera edad muchos
piensan en personas incapacitadas física y mentalmente, totalmente acabadas. Evidentemente
no todos los ancianos están incapacitados. En este grupo de edad hay personas sanas,
fuertes y de mente lúcida, que gracias a los avances de la ciencia tienen una
esperanza de vida alta y una buena calidad de vida. A estas personas, hoy en
día en occidente, las tenemos apartadas y las tratamos como idiotas que no
saben nada.
Qué ocurriría si les diéramos entrada real para que
propusieran salidas a nuestros problemas. En un anciano, imagino, -también es
verdad que en la viña del señor hay de todo-, cosas tales como el poder, la
riqueza, robar, extorsionar, manipular etc, seguramente no tendrían el mismo
peso que en alguien joven y ambicioso. Si fuera así, entonces serían libres de
proponer salidas altruistas dónde el beneficio personal no tuviera cabida, dónde
se primara el bien común, el bien del clan. Con justicia para todos.
Quizás nos estamos perdiendo el aprovechar muchas
inteligencias, el tomar decisiones desde la serenidad y reflexión, basadas en
la sabiduría de vida y la experiencia. La capacidad de ver las cosas con
perspectiva. Quizás nos estamos perdiendo a unos asesores imprescindibles para solucionar
los problemas actuales.
Qué pena verdad, que tengamos todo este potencial humano desperdiciado,
recluido en los asilos, anestesiado con la tele y el dominó. Obligándolos a
permanecer callados y encima haciéndoles sentir que no valen nada… Qué tontos
somos, que poco hemos aprendido. Tengo ahora mismo una sensación de involución,
de que nos estamos perdiendo muchas cosas. En realidad estamos tan anestesiados
como ellos, distraídos con el ruido de los de siempre, que son pocos, pero que
nos están dominando e imponiendo sus reglas...El mundo se está convirtiendo en
un gran asilo…
Algún amigo me ha reprochado que, en mis últimos artículos,
me muestro negativa y pesimista. He de decir que no, que no soy negativa ni
pesimista. Escribo, como siempre, en primer lugar como reflexión para mí misma.
Me gusta intentar apuntar alguna idea, pero siendo consciente de la realidad.
No me resigno. Muchos pensarán que mis ideas son pura utopía, a mi me gusta
pensar que siempre hay esperanza y que debemos seguir buscando respuestas.
Quizás las soluciones no son tan complejas, ni vendrán de la
macroeconomía, quizás, las tenemos delante
de las narices y no lo vemos. Abramos la mente y los ojos, pongamos en valor lo
que el ser humano construyó a través de miles de años de experiencia. No nos
olvidemos de lo bueno que hemos conseguido, rescatémoslo y volvamos a ponerlo
en su sitio.
Luz y amor para todos, PATRICIA
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