viernes, 28 de septiembre de 2012

Ver a través de una ventana



Si pusiéramos delante de una ventana a un grupo de personas, ¿qué pesáis que verían?; pues una vería un árbol, otra el cielo, otra la hierba, otra un ave que pasó volando…Este ejercicio simple nos enseña que una misma situación puede tener lecturas muy diferentes y hasta opuestas. La mayor parte de problemas que se generan entre las personas son siempre de comunicación. Ya no solo porque dos o más individuos veamos una misma situación de forma distinta, sino por la imposibilidad de pensar que igual las distintas opciones son todas válidas, posibles  y hasta  complementarias

Más difícil todavía es admitir o poner en duda nuestro análisis; la verdad, al menos en mi caso, me he equivocado muchas veces…, por tanto decir, (y esto es un topicaso, pero es real): no, nunca, jamás, es mucho decir y son expresiones que, o no deberíamos usar o hacerlo con cautela.
Aferrarnos a nuestras ideas como si en ello nos fuera la vida, produce un desgaste demasiado grande que no compensa. Todo lo que tenga que ver con esquemas mentales rígidos además de desgaste y un enorme consumo energético mental y físico, produce involución, rabia, frustración y soledad. La tolerancia debe practicarse a todos los niveles, claro que en algún momento se pierden los papeles ninguno somos santo, ya me gustaría, pero de la tolerancia y de hacer un esfuerzo por escuchar (de verdad) al otro, surge el diálogo, las ideas fluyen y hasta es posible que surjan aspectos nuevos, que ni imaginábamos.

Hoy más que nunca necesitamos muchas y nuevas ideas a partir de un diálogo abierto de todas las personas entre sí, sin dar nada por sentado como único y excluyente. Abrir bien los oídos, la mente y tener una disposición abierta solo puede crear y construir.

Luz y amor para todos, PATRICIA

viernes, 21 de septiembre de 2012

Inmigrantes y emigrantes, los olvidados



Soy hija de la emigración y yo misma soy inmigrante. Me duele comprobar el olvido en que cayeron 42 millones de europeos que emigraron a toda América y sí, no me equivoco, digo bien, 42 millones de alemanes, italianos, españoles, ingleses, franceses, rusos, polacos…, que llegaron a América en un siglo, desde mediados del siglo XIX a mediados del XX. Para los países que salieron y a los países a los que llegaron son fantasmas inexistentes y hasta molestos, de los que hay poquísima información, lo cual nos da la pauta de la importancia que se les da. La misma consideración que tienen los que, desde hace 30 años, llegan a Europa; con qué rapidez olvidamos quiénes somos y de dónde venimos. 

Estas masas humanas son auténticos parias, de los que nadie se acuerda, ni recuerda, ni agradece nada. Me pregunto ¿por qué ocurre esto? Y como todo en la vida habrá multitud de opiniones, para mí todas válidas y complementarias. La mía es que unos países sienten verdadera vergüenza de reconocer que no pueden alimentar a sus ciudadanos y otros piensan que los que vienen son simple mano de obra  para que sus países crezcan, sin más consideración. A todos molestan, incomodan, sobran y es mejor que se hagan invisibles. Por supuesto esto es un humilde post y no voy a entrar a considerar la multitud de problemas sociológicos, culturales, educativos, sanitarios, etc., etc., que conllevan los flujos migratorios, lo cual es un tema muy serio y complejo que no se puede banalizar. Este post solo quiere recordar que el ser humano ha sido nómada desde la noche de los tiempos, a lo largo de los milenios, desde la prehistoria el ser humano se ha movido en busca de alimento y techo para su familia.

Pensar que ciertos territorios del planeta no serán asolados nunca por una guerra, catástrofe natural, crisis económica, plaga, epidemia, etc. etc., creo que es mucho decir y deberíamos ser cautos porque la soberbia ha acabado con muchos reinos e imperios. En nuestra sociedad actual, supuestamente evolucionada, un hecho que es intrínseco a la raza humana como es una vida nómada para sobrevivir lo ninguneamos constantemente. Qué triste que neguemos nuestra historia, nuestros genes, nuestro identidad y manera de sobrevivir como especie, porque eso es negarnos a nosotros mismos.

Luz y amor para todos, PATRICIA


viernes, 14 de septiembre de 2012

El mundo está cambiando y nosotros también



El mundo tal y como lo conocíamos está desapareciendo. La destrucción de nuestra preciosa casa azul es evidente, estamos agotando los recursos y no está claro que las energías renovables puedan llegar a tiempo. Pero la destrucción no solo es ecológica, sino económica, social, laboral, de valores, de muchas especies incluida la nuestra. Los hindúes dicen que detrás de una destrucción viene una nueva creación, un nuevo comienzo. Las profecías mayas han sido malinterpretadas, no hablan del fin del mundo sino de conclusión de un ciclo agotado, que termina para dar comienzo a uno nuevo.
Hasta aquí podemos pensar que estos son todos argumentos que más bien sirven para tranquilizar la ansiedad y angustia que nos provoca lo que vemos alrededor, sin embargo, quizás podemos ir más allá.

La vieja Europa está desgastada, sin ideas, y camina hacia un empobrecimiento generalizado de su población, nada extraño que no ocurra desde siempre en la mayoría de continentes, como América, África o Asia.
Los europeos están confusos, pensaban que esas cosas eran de países subdesarrollados y que eso a ellos nos les iba a ocurrir, pero está ocurriendo.
Ante la constatación de esta situación a las personas nos quedan dos caminos, 1) resignarnos, aceptar y adaptar de forma extrema nuestras vidas o 2) actuar de forma creativa, para ir encontrando las maneras de abrirnos paso y seguir adelante hacia una vida digna, pero con una visión nueva y por supuesto nunca desde un pesimismo paralizante.
Al gigante armado hasta los dientes no podemos combatirlo con sus mismas armas, porque no las tenemos y porque principalmente en mi caso no me interesa, hay que plantarle cara con astucia y firmeza y por supuesto con unión.
No estoy hablando de supervivencia pura y dura, ni de salir con palos y piedras, estoy hablando de construir de verdad, desde abajo y entre todos un nuevo paradigma; como las hormigas, en silencio, sin aspavientos, de forma ordenada y tranquila y con el convencimiento de que sí podemos.

Existe un grupo muy pequeño de la población mundial que están dirigiéndonos y gobernándonos para convertirnos a la mayoría en pseudoesclavos. Esto es verdad y quizás pueda funcionar en un plano físico/material, esta también podría ser una buena oportunidad para practicar el desapego y distinguir lo que me sobra de lo que necesito, pero en nuestra mano está que esa esclavitud no lo sea en el plano mental/emocional, porque si les dejamos entonces sí tendrán la batalla ganada.

Es muy difícil hoy en día responder hacia dónde nos encaminamos, pero quizás no es tan importante el hacia dónde, sino el propio andar, el camino, con una nueva mirada, estando muy atentos y muy vivos y con ganas de construir algo nuevo. Da igual lo que al final ocurra, lo verdaderamente importante es caminar sin rendirnos, con inteligencia y no el final del trayecto, quizás hasta se convierta en una aventura única que sirva para escribir un capítulo nuevo en la historia humana.

Luz y amor para todos, PATRICIA

viernes, 7 de septiembre de 2012

Sociedad mezquina vs sociedad generosa



Los comportamientos hacia lo material de las personas están íntimamente relacionados a los espirituales y emocionales, mucho más de lo que a priori todos pensamos.
Las personas avaras y mezquinas, que no dan nada absolutamente, que guardan todo y son incapaces de compartirlo y mucho menos darlo a nadie, aunque se pudra en un cajón o desván y lo acaben tirando a la basura, en realidad también son tacañas de corazón.
Son rácanos y cutres de sentimientos, son de poquito o nada en sus relaciones personales. En todo caso pueden manifestar un amor enfermizo y asfixiante por ejemplo: por un familiar directo, que no deja de ser la otra cara de la moneda de la avaricia (todo para mí solo).
Nadie es de una manera porque nació así, todos nos hemos ido modelando conforme a la circunstancias de vida y sociedad que nos ha tocado vivir. Todos somos producto de una historia con papá y mamá que nos marcó el corazón con un hierro candente para toda la vida. Luego en la adolescencia vendrá la influencia social, del medio en el que nos criemos.
Así las cosas, no es difícil imaginar que las personas poco bondadosas no habrán tenido una infancia feliz y seguramente sus primeros años de vida habrán sido carentes de muchas cosas.

No hay nada más conmovedor que ver a una persona de escasos recursos, con una amplia sonrisa en la boca, compartiendo o dando lo poco que tiene a otros, sin tan siquiera estar especulando sobre si lo necesitan o no o si se lo devolverán.
Los valores de nuestra sociedad occidental no ayudan mucho, ya que se prima la lucha desmedida por el tener y se menosprecia la generosidad confundiéndola con limosna. Al que no tiene se le ve como fracasado y al millonario, aunque sea un ladrón, especulador como exitoso, evidentemente como todo en la vida, existe gente adinerada altruista y desprendida, pero deberían ser muchos más. Luchar contra esta escala de valores a veces es difícil. No deberíamos dejarnos confundir, ni deshumanizar alejándonos de lo verdadero e importante. Lamentablemente, cada vez más, copiamos modelos que premian y aplauden al que sale de la nada y condenan al que no consigue esos supuesto logros sociales, que no son ni más ni menos que tener una cuenta bancaria abultada. Así nos encontramos con personas que tienen de “todo” (lo material) para ellos solos, y “nada” (emocional) interior que sustente una vida feliz. El problema es que esta forma de pensar y actuar tiene un coste alto, puesto que produce a montones: psicópatas, asesinos, especuladores, estafadores, histéricos, neuróticos, depresivos, viejos solos.

La felicidad se consigue a través de un intercambio con los que tenemos alrededor, dar y recibir nos enriquece a todos a los dadores y también a los receptores. Deberíamos todos hacer de vez en cuando un ejercicio interior y sincero de hasta qué punto somos generosos en todos los aspectos de la vida y que podemos hacer para serlo en mayor grado, aunque nos cueste; y no hablo de dar solo la ropa que nos sobra sino de escuchar, por ejemplo, a una persona que lo necesite, esto también es dar.
El ser humano es un ser social y para que esta sociedad se construya sana necesita de la generosidad y apoyo de unos a otros.

Luz y amor para todos, PATRICIA