Que bello pero también que aterrador puede ser el silencio.
Nuestro estado de ánimo, nuestra
personalidad, los problemas juegan un
papel importante en la percepción del silencio.
Hay quienes se rodean
permanentemente de ruido porque quizás les de miedo quedarse a solas consigo mismo y en silencio. Porque el
silencio es una ventana que se abre y muchos no desean asomarse a ella por lo
que puedan ver.
Las ciudades son sitios perfectos
para este tipo de personas. Me pregunto ¿las ciudades serán ruidosas apropósito
para que no pensemos?. Para la mente maquiavélica y manipuladora de muchos
sería una muy buena opción de anestesiar
a la población en masa.
Hay las personas ruido, esas que nunca paran, vociferan todo el rato y
están 24 hs. sumidas en una actividad desenfrenada. A la vista de los demás
pueden ser los adictos al trabajo o
los que pasan por los majetes
simpáticos que no paran de hablar y hacer chistes. Tanto unos como otros
tampoco quieren el silencio, tampoco quieren quedarse a solas consigo mismos.
Finalmente está el grupo de las personas con problemas a las que la
sola mención de estar en silencio les provoca vértigo y un pavor irracional.
A los occidentales nos enseñan desde
niños a intoxicarnos de ruido y a temer y alejar el silencio, porque es visto
como una pérdida de tiempo, la actividad genera dinero, la no actividad no.
A los orientales, sin embargo, les
enseñan lo contrario, es decir, el valor
del silencio, para llegar a nuestro
ser verdadero, al conocimiento profundo de nuestra alma, al núcleo de lo que verdaderamente somos.
Y este es el problema principal,
cuando los años pasan y por el motivo que sea nos paramos y asomamos la cabeza
por la ventana del silencio y entonces no entendemos lo que vemos o no nos
gusta y a nuestros pies percibimos un abismo enorme al que no sabemos cómo
enfrentarnos.
Una buena manera de empezar a
comprender quienes somos verdaderamente, para que llegue un día y nos asomemos a
la ventana sin miedo, es empezar a estar
en silencio y mirar en nuestro interior, muy poco a poco, empezando por
espacios cortos de tiempo.
Al principio el cerebro querrá
seguir trabajando, esos pensamientos que surjan debemos verlos como las olas
del mar y dejarlos que se retiren con calma y mucho amor hacia nosotros mismos.
Poco a poco conseguiremos espacios más
largos de silencio; indispensable para
generar un sustrato positivo para que las respuestas se vayan abriendo paso en
la oscuridad. La oscuridad y el silencio
son el camino que nos conducirán de vuelta a casa, a lo que somos, a nuestra esencia!
Luz y amor para todos, PATRICIA
Encantoume este post Patricia: concordo e comparto.
ResponderEliminarY cuando descubrimos la belleza que hay en el silencio...,entonces eso sí que es estar en las nubes. LO descubrí hace poco y me encantó, genera una paz alrededor impresionante!
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