lunes, 30 de julio de 2012

La felicidad



Definiciones de felicidad hay tantas como colores en el arco iris. Seguramente si preguntáramos a un grupo de personas que es para cada una la felicidad, no habría acuerdo y probablemente habría definiciones hasta contradictorias.

Es  lo bonito de la vida y el ser humano, existe una gran variedad de opiniones, ópticas, formas de vivir y pensar, ninguna mejor que otra y todas, por supuesto respetables.

En estos momentos estamos viviendo una crisis muy seria, muchos creen que a nivel de unos pocos países, otros y yo misma pensamos que es a escala mundial y que obligará al hombre a caminar hacia un nuevo paradigma. En este caso, tampoco sabremos si hacia lo que nos encaminamos será mejor que nuestro modo de vida anterior, lo que sí sabemos es que será  diferente.

Todas las circunstancias actuales me hacen pensar aun más sobre: qué es la felicidad y su verdadero sentido y si no habremos estado muchos años confundiendo el tener con el estar y el disfrutar de cada momento, de las pequeñas cosas. 

Hace unos días me encontré en una situación en la que no paraba de decir y de pensar “esto, sin duda, es para mí la felicidad”:  Moverme con libertad entre acantilados y playas desiertas, dormir con el ruido del viento y las olas , comer  en la playa un pescado sencillo hecho en un hornillo simple solo con un poco de sal, cenar lo mismo mirando la puesta del sol y por el día caminar por senderos disfrutando del sol, la brisa marina  los pájaros y las flores de la costa.
Y lo mejor de todo, no tuve que viajar a las Seychelles para vivir estas experiencias,  lo hice aquí, muy cerca de mi casa, con medios muy sencillos y por supuesto con mi compañero de la vida.
Para mí, libertad, soledad, silencio, naturaleza, comodidades simples y sencillas: eso para mí es la felicidad.

Evidentemente soy consciente de las necesidades básicas de las personas, creo que todos comprendemos que es imposible pensar  en disfrutar de nada  si antes no tenemos resuelto el sustento mínimo imprescindible para tener una vida digna. Pero una vez conseguimos esto, entonces podemos seguir avanzando y cuestionarnos sobre que es para nosotros la vida y si, como dice el refrán, solo nos dedicamos a que pase por nosotros, sin más, o nos dedicamos a pasar  por ella saboreando cada instante.

Y para ti que es la felicidad?

Luz y amor para todos, PATRICIA.

viernes, 20 de julio de 2012

El poder del silencio



Que bello pero también que aterrador puede ser el silencio.
Nuestro estado de ánimo, nuestra personalidad, los problemas  juegan un papel importante en la percepción del silencio.
Hay quienes se rodean permanentemente de ruido porque quizás les de miedo quedarse a solas consigo mismo y en silencio. Porque el silencio es una ventana que se abre y muchos no desean asomarse a ella por lo que puedan ver.
Las ciudades son sitios perfectos para este tipo de personas. Me pregunto ¿las ciudades serán ruidosas apropósito para que no pensemos?. Para la mente maquiavélica y manipuladora de muchos sería una muy buena opción de anestesiar a la población en masa.
Hay las personas ruido, esas que nunca paran, vociferan todo el rato y están 24 hs. sumidas en una actividad desenfrenada. A la vista de los demás pueden ser los adictos al trabajo o los que pasan por los majetes simpáticos que no paran de hablar y hacer chistes. Tanto unos como otros tampoco quieren el silencio, tampoco quieren quedarse a solas consigo mismos.
Finalmente está el grupo de las personas con problemas a las que la sola mención de estar en silencio les provoca vértigo y un pavor irracional.

A los occidentales nos enseñan desde niños a intoxicarnos de ruido y a temer y alejar el silencio, porque es visto como una pérdida de tiempo, la actividad genera dinero, la no actividad no.
A los orientales, sin embargo, les enseñan lo contrario, es decir, el valor del silencio, para llegar a  nuestro ser verdadero, al conocimiento profundo de nuestra alma, al núcleo de lo que verdaderamente somos.
Y este es el problema principal, cuando los años pasan y por el motivo que sea nos paramos y asomamos la cabeza por la ventana del silencio y entonces no entendemos lo que vemos o no nos gusta y a nuestros pies percibimos un abismo enorme al que no sabemos cómo enfrentarnos.

Una buena manera de empezar a comprender quienes somos verdaderamente, para que llegue un día y nos asomemos a la ventana sin miedo, es empezar a estar en silencio y mirar en nuestro interior, muy poco a poco, empezando por espacios cortos de tiempo.
Al principio el cerebro querrá seguir trabajando, esos pensamientos que surjan debemos verlos como las olas del mar y dejarlos que se retiren con calma y mucho amor hacia nosotros mismos. Poco a poco conseguiremos  espacios más largos de silencio;  indispensable para generar un sustrato positivo para que las respuestas se vayan abriendo paso en la oscuridad. La oscuridad y el silencio son el camino que nos conducirán de vuelta a casa, a lo que somos, a nuestra esencia!

Luz y amor para todos, PATRICIA

viernes, 13 de julio de 2012

Las mujeres somos vulnerables



Qué título más tonto ¿no?. Muchos pensarán: claro que somos vulnerables. Hasta aquí muy bien, pero la cosa no es tan simple.
El problema se presenta cuando algunas nos ponemos el traje, ese de lata apretado que nos permita lucir algo la figura, a veces, de Don quijote y con lanza en mano salimos a pelearle a la vida…
Y es así como la sobre exigencia nos atormenta, nos arrolla y nos acaba tragando.
Y aquellos momentos en que Don quijote entra en la cantina para relajarse un rato, no existen. Hay que seguir en la lucha y dando la talla: con el trabajo, el marido, los hijos, la compra, los trámites, los padres mayores, el resto de la familia, colegios...
Pero eso sí, subidas al caballo con la espalda siempre bien erguida y tirando siempre para adelante sin bajar la mirada, ni las fuerzas.


El caso es que el personal a estas alturas ya se acostumbró a vivir en casa con rambo (versión chica) y eso implica que nunca debes ni puedes estar mal, ni flaquear, ni permitirte estar de mal humor, porque sino te dicen que estás insoportable y que así no se puede vivir y que si te duele algo no será para tanto y que ya se te pasará.
Por tanto como Don Quijote o Rambo  hay que estar siempre disponible para todo y para todos en todo momento.
No estoy jugando el papel de víctima porque la responsabilidad de nunca haberme mostrado vulnerable es solo mía. Fui yo quien creó al monstruo y acostumbró a la peña a convivir con la invulnerabilidad personificada.
Y lamentablemente con los años empezamos a perder fuelle, a estar más cansadas y a cometer pequeños fallos, que años atrás eran impensables; entonces llega la gran pregunta: - y ahora qué hago?, como arreglo esto?. No quiero seguir así!!!

Pues la respuesta es un gran: NO LO SE.
Desaprender unas maneras de actuar de tantos años para mí y los que tengo más cerca no será fácil, ni rápido, ni sencillo.
Intentaré poco a poco, para irnos acostumbrando, y lo vayamos asimilando todos, mostrarme y mostrarles QUE SOY VULNERABLE, que fallo muchas veces y que también me canso y no llego a todo.



Espero que con pequeñas dosis de esto, mucha paciencia de todos, por fin comprendamos: ellos y yo misma, que Don quijote y Rambo llega un momento que también se quieren jubilar y tomarse la vida con un poco más de calma!

Luz y amor para todos, PATRICIA


viernes, 6 de julio de 2012

Perder el control


Muchas veces me pregunto qué tan fina es la línea que nos separa de la locura. De qué manera se pierde la razón. ¿Es fácil o difícil que esto ocurra?. Muchas veces escuché que no es loco el que quiere sino el que puede. Y si el que puede sabe que quizás pueda ocurrir y se la pasa toda su vida queriendo poner un tapón arriba de un volcán…
No es que quiera hacerme la misteriosa, solo que para esto, como para muchísimas otras cosas, no tengo respuesta.
A veces pienso que la frontera entre cordura y sin razón quizás no es tan grande.

Cuando perdemos el control, hasta dónde se pierde, con que intensidad ocurre, qué lo desencadenó y lo mejor de todo porque no pudimos evitarlo?.
Son muchas preguntas y no tengo respuestas.
Y la que más me preocupa es: ¿y si sucede?.

Muchas veces he pensado que ojalá lo último que pierda cuando me muera sea la razón…
Cómo no tengo firmado ningún pacto ni con Dios ni con el diablo no puedo saberlo.
Luz y amor para todos, PATRICIA