viernes, 1 de junio de 2012

Los hijos



La tarea de ser padre es probablemente una de las más difíciles del mundo. Los niños no vienen con un manual debajo del brazo. El dicho dice que vienen con un pan…, que con el correr de los años hay momentos que a los padres se nos atraganta.
Siendo bebés y hasta la adolescencia la tarea es eminentemente física, en la adolescencia el trabajo es todo mental y el desgaste es peor que el físico del principio.
Y así, casi sin darnos cuenta, los primeros años pasan rápido. 


Hay hijos que ya apuntan maneras siendo niños y en la adolescencia es lo mismo, solo que bastante peor, y con los que han sido niños buenos, que nunca dieron problemas empiezan los líos y de repente nos encontramos escuchando a un profesor que parece que nos está hablando de un desconocido…
Y esos que nunca rompieron un plato y siguen en la adolescencia sin hacerlo, tranquilos, porque en algún momento de su vida lo romperán.
No está en mi intención desesperar a nadie porque siempre en la vida, y digo SIEMPRE, las cosas pueden verse de varias maneras y SIEMPRE  hay una y distintas soluciones.
La experiencia como madre me ha enseñado, incluso en aquellos peores momentos de auténtica desesperación y angustia, en que los propios cimientos, creencias, seguridad en uno mismo, etc., etc. parece que se van a venir abajo irremediablemente, que si hemos hecho un trabajo como educadores de personas previo, desde que nacen, tarde o temprano estas enseñanzas se manifestarán.


Como dice un amigo y a pesar de que sea difícil de aplicar: -lo mejor es la firmeza tranquila; aunque como  dice otro amigo: -hay veces que me comería a mi hijo asado en el monte.
Muchos que no tienen hijos deben estar pensando “a esta se le fue la pinza”, lo mismo decía yo antes…
Lo más importante, y ahora me pondré muy seria, es asumir el compromiso de querer ser un padre responsable. Es haber tomado la decisión, desde que nacen, de educarlos y esto lleva mucho tiempo, esfuerzo y saliva a raudales. Hay padres que toman este compromiso y hay otros que no. Evidentemente los de este último grupo cuando los niños llegan a la edad de 14, 15 años y quieren en ese momento reconducir probablemente tengan la batalla perdida.
El otro grupo, el de los padres comprometidos con la educación de sus vástagos y con el compromiso social y moral de educar buenas personas, aun en los peores momentos de la adolescencia, finalmente verán la luz al final del camino. 


A mi me ha costado comprender la adolescencia como madre. Claro que me acuerdo de mi propia adolescencia, pero solo me acuerdo como hija. Leí muchas veces que es una época donde desmarcarse y romper con los padres es lo natural. Deben romper con la viejo, con nosotros, con lo que les hemos enseñado, para construirse una personalidad propia. El proceso para ellos es doloroso, lo que al final acabé entendiendo es que también lo es para los padres.


Todo lo que hemos construido es verdad que los niños deben tirarlo por tierra, para construirse una personalidad; pero no olvidemos que la nueva casa que construyan, no os quepa la menor duda, la harán sobre los cimientos que hemos puesto los padres a los largo de más de 15 años.
El amor, la comprensión, el diálogo, la sensatez, el saber escucharlos, el reprender cuando es necesario son el cemento que nuestros hijos usarán para construir su casa, esa en la que alguna vez vivirán nuestros nietos, una nueva generación de seres humanos…

Luz y amor para todos, PATRICIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario