viernes, 8 de junio de 2012

La culpa



En la liturgia católica se entona el MEA CULPA, una losa enorme de llevar y que dice: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, acompañado de sendos golpes en el pecho con el puño…. Es el acto de confesión de los pecados, de arrepentimiento, de penitencia y de intercesión ante los santos por nuestra alma…
Cuando era pequeña  y me hicieron preparar la comunión me preguntaba: ¿culpa de qué?, qué pecados cometí?, ¿tan mala soy?
Cuanto más leo sobre ideas y concepciones judeocristianamusulmanas, que por mucho que les pese a todos son enormemente parecidas y tienen la misma raíz histórica y hasta comparten muchos profetas, más claro tengo que poco tienen que ver o enseñar sobre amor, caridad, perdón etc.
Siempre andan a vueltas con la culpa, el castigo, los pecados mortales y la venganza, todo muy espiritual.
La iconografía cristiana está llena de santos blandiendo espadas masacrando a cuanto infiel se les ponga por delante. Para más inri la representación del salvador es la de un señor torturado con clavos por el cuerpo, chorreando sangre, para rematar con una corona de espinas y cargando una cruz que pesa una tonelada…. Como pueden ser estos los símbolos de una espiritualidad superior y del amor perfecto…


Con este panorama ya somos culpables desde la cuna. Esto, no sé qué pensáis, pero  se parece bastante a tácticas de guerra psicológica y de las heavy.
El impacto de estas ideas en la mente de las personas a través de los siglos ha sido y es desbastador. Nos han enseñado a sentirnos culpables para socavar nuestro libre albedrío, nuestro pensamiento, para controlarnos y manipularnos.
La culpa es un arma de destrucción masiva del cerebro y la propia persona. Es poderosa, nos atormenta y al igual que el agua se nos cuela por todos los sitios: Y así me siento culpable de todo o casi todo lo que ocurre en este mundo: de no ser mejor madre, hija, trabajadora, amante, vecina, ama de casa, profesional, amiga, etcétera, etcétera.
Lo principal que debemos aprender es a ser responsables, primero con nosotros mismos para luego trasladarlo hacia los demás, ser consecuentes con nuestras decisiones y acatar las consecuencias de nuestros actos con sensatez como modo de aprender y superarnos en la vida.
Sinceramente creo y espero que el ser humano este evolucionando hacia otras concepciones de sí mismo y de los demás, que poco a poco pongamos fin a tanta confusión y nos centremos en lo que verdaderamente importa.
La culpa NO EXISTE, es una invención sin ninguna utilidad para la evolución interior de las personas.


El cultivo de la responsabilidad de los actos, del amor, el altruismo o la empatía son las cosas que verdaderamente importa que aprendamos todos y sepamos enseñar a nuestros hijos.
Lo más difícil es soltar el resultado de lo que hacemos, debemos comprender que no somos Dios y por tanto no podemos controlar todo y convertirnos en juez de nosotros mismos y de los demás.
Cuando se aprende a dejar el resultado en manos del destino entonces sí somos verdaderamente libres y mucho más felices.
No será fácil deshacernos de esta autoinvitada desagradable a la que muchos venimos abriendo la puerta para que se marche, pero no es imposible!

Luz y amor para todos, PATRICIA

2 comentarios:

  1. Completamente de acordo con ese sentido da culpa excesivo, esaxerado e autoflaxelante das relixións monoteistas que supón unha excesiva humillación e unha forma de dominio. Pero tamén de acordo con é moi dificil desfacerse desa compañeira, dese sentimento; e quizás sexa bó non desfacerse del todo del, no sentido de ter a capacidade de pesar, de sentirte mal cando alguén o pasa mal pola nosa causa, pola nosa culpa; estou falndo da empatía, desa capacidade de poñernos no lugar dos demais que nos axuda a medrar e a corrixir o que facemos mal; nese sentido, convén ter un certo sentimento de culpa, ou quizás, se queres, chamarlle doutro xeito, simplemente empatía: pero nunca castigarse, recrearse niso, fundirse na culpa; eu sempre pensei cando metin a pata con alguén, "claro que o sinto, claro que o lamento, e tratarei de corrixilo, pero non vou a autoflaxelarme". Un bico Patricia

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  2. Tienes razón, más que sentirnos culpables cuando hacemos algo mal, lo cual lleva implícito un sentimineto negativo, hacerlo pero en sentido positivo, tal y como apuntas, de aprendizaje y crecimiento como personas, de empatía hacia al otro. Ponerse en el lugar del otro, de verdad, es un ejercicio muy sano que además enseña mucho, sobre nostros mismos y nuestros sentimientos y por supuesto sobre el otro.

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