El otro día asistí a una función de teatro de secundaria sin mayor expectativa que fuera entretenida, con más o menos gracia.
La cosa empezó a despertar mi curiosidad cuando en la presentación se nos dijo que veríamos teatro de calidad, donde habría más preguntas que respuestas, que provocarían distintas reflexiones.
Mi interés fue en aumento al contemplar, un guion maravilloso, que hace cuestionarse a los propios chicos, que están en esas edades donde no callarse y abrir los ojos ante las injusticias e incoherencias del mundo empiezan a despertar con fuerza. Aun mayor fue mi admiración cuando, entre tantos cuestionamientos sociales muchos de plena actualidad, se tocó el tema de la integración, ejerciéndola desde dentro, en la propia obra, con algún actor con riesgo de exclusión…
Todo esto me hizo pensar en lo desagradecidos que somos con los maestros, que poco reconocemos su labor. Les exigimos el 3 en 1, es decir, que sean maestros, psicólogos y hasta padres, no conozco ninguna otra profesión a la que se le pida tantas cosas.
Trabajan en condiciones duras, presionados, cuestionados, poco valorados y cada vez más ninguneados. Mal pagados, con jornadas largas, a cargo de niños y adolescentes que cada vez les respetan menos y les desafían más. Todo esto con el respaldo incondicional de padres ocupados, sin tiempo para sus hijos, con problemas personales, que encuentran en los maestros un buen terreno para descargar sus miserias.
Sin embargo Afonso, el profe de castellano y teatro del cole de estos niños, nos abre una ventana a la esperanza y nos recuerda que hay muchos Afonsos y Afonsas que se dedican por vocación a los niños, que intentan formar buenas personas, seres pensantes y contestatarios que en el futuro sean útiles a la sociedad.
Van mas allá de políticas educativas esquizoides que intentan formar personas maquina/borrego sin capacidad de juicio o reflexión.
Este maestro es un canto a la esperanza y representante de la mayoría de profesores del mundo que se esfuerzan para escapar del sistema y desde sus humildes puestos dedicar horas y pasión a la tarea de formar seres humanos pensantes, para conseguir, ojalá, un futuro mejor.
Podrán encerrarnos en una cárcel, torturarnos, pero nunca podrán enjaular o encadenar nuestro pensamiento, lo único que nos hace verdaderamente libres!
Esta obra, “Rúa dos soños”, Calle de los sueños, nos invita a soñar y a creer que otro mundo es posible.
Gracias Afonso, Antonio, Geni, Ale, Adriana, Gaby, Cecilia y a todos los maestros y maestras del mundo, gracias por estar ahí y no rendiros!
Luz y amor para todos, PATRICIA