viernes, 5 de octubre de 2012

Ingenio emergente vs apatía occidental



Hace unos siete años tuve ocasión de viajar a Cuba y debo decir que además de paisajes, gente y gastronomía maravillosa lo que más me impresionó fueron dos cosas :la primera que faltándoles todo (todo lo que para un occidental es importante) son personas alegres, que sonríen siempre, bailan todo lo que pueden y sobre todo, NUNCA SE QUEJAN, para mi constatar esto durante veinte días que conviví con ellos fue como una bofetada con la mano abierta en pleno rostro, pero sobre esto de la queja ya hablaré en otro post. Lo segundo que me impresionó es su creatividad y facilidad para resolver problemas cotidianos, con casi apenas medios. Por ejemplo se veían en plena calle a dos personas arreglando un coche y fabricándose sus propias piezas. Los niños jugando en la calle tenían una mirada viva, astuta, del que está acostumbrado desde pequeño a resolver sus problemas junto a los amigos. En un documental hace poco vi como en un país africano arreglan los móviles, en la calle y también con pocos medios, que los occidentales tiramos y que ellos reutilizan.

¿Cuál es la diferencia entre ellos y nosotros?, ¿Por qué nuestros jóvenes son personas apáticas, indolentes, de mirada lánguida y carentes de ideas?, ¿estaremos haciendo algo mal?
Es fácil entender que la necesidad agudiza el ingenio y que en países carentes de muchas cosas es: poner a funcionar el cerebro o morir. Buscarse la vida, como se suele decir, y espabilando desde muy jóvenes. Los padres ocupados en sacar a sus familias adelante les dan a sus hijos responsabilidades desde pequeños: cocinar, arreglar la casa, cuidar a sus hermanos, arreglárselas solos para ir y venir al cole. Los hermanos menores heredan la ropa de los mayores y los juguetes se los hacen ellos con materiales de desecho que encuentran por ahí, la calle es la gran proveedora. Por otro lado, hay una amplia consciencia de trabajo cooperativo, es decir, juntar fuerzas, contar con el apoyo mutuo de vecinos, amigos y familiares, con los conocimientos y medios que aporte cada uno, para resolver necesidades. 

En occidente nuestros hijos ya están custodiados de todas las maneras imaginables, desde antes de nacer. Viven inmersos en ambientes totalmente individualistas donde la unidad familiar es el top de consciencia social y por tanto desde la cuna el mensaje es: cada uno que aguante su vela. Tienen absolutamente de todo lo que se pueda imaginar, es más ni siquiera tienen que pedirlo siempre nos adelantamos, por eso de que no les falte nada y sean “felices”. Les mandamos el bolso hecho, para hacer deporte, hasta los 14 años, no vaya ser que a él se le olvide guardar el calzoncillo, se le enfríe el culo y nos vuelva con un resfriado, nos sentamos cada tarde al lado de ellos, para ayudarles a hacer los deberes, por eso de que “no se atrasen”, les tenemos siempre el plato de comida caliente en el momento que tocan el timbre, porque sino la que pueden montar y para que no pasen “hambre”. Cada navidad,  reyes y cumpleaños los cubrimos de juguetes y ropa, ellos abren los paquetes con desgana y miran todo con indiferencia y a los tres días ya no juegan con ninguno de aquellos objetos. A los 9 años hay que darles su primer móvil como regalo de la primera comunión, por eso de que siempre tengan línea directa con nosotros por si les “pasa algo”.

Y por fin llegamos a la adolescencia y resulta que un día nos encontramos que en casa tenemos a un verdadero zángano, inútil, carente de la más mínima idea, sin ninguna capacidad de trabajo, ni creatividad, ¿para qué va hacer nada?, si todas sus necesidades están cubiertas, las de él y las nuestras con respecto a él, ¿para qué va a mover un dedo para nada?, no lo necesita… A esta edad nos empezamos a preocupar y echar las manos a la cabeza y le decimos: -¿a dónde vas a ir tú si no sabes hacer nada? Stop (leer post que escribí sobre la incoherencia). Pero si fuimos nosotros los que no le dejamos tocar, hacer, pensar, crear, armar, soñar, colocar, ordenar, limpiar, deshacer, vestir, cocinar nada nunca…

Estamos viviendo momentos muy convulsos dónde lo viejo debe caer par dar lugar a algo nuevo, nuevas maneras de actuar, de ser, de pensar, de crear. En occidente nos hemos equivocado en muchas cosas, tal vez debamos mirar para los países emergentes (muchos de ellos nos están comiendo las papas) y pensar que podemos aprender de ellos, qué están haciendo bien y qué ideas propias y nuevas podemos generar. Primero debemos pensar si queremos dejar de estar aletargados y convertirnos en personas con ideas que creen cosas nuevas para sobrevivir, lo segundo dejar de hacer de nuestros hijos verdaderos idiotas; la sobreprotección es un sentimiento complejo que implícito por detrás lleva un mensaje duro: "déjame a mí que tú eres un inútil", que en el fondo no esconde ni más ni menos que nuestras propias inseguridades e incertidumbres… Dejémosles (aunque sea con dolor de corazón, mordiéndonos el labio y con un nudo doble en el estómago)  que se equivoquen, caigan, se ensucien, creen, trabajen, piensen, se golpeen. El cerebro solo se desarrolla haciendo sino se atrofia.  

Demos la oportunidad a este viejo mundo occidental de despertar y empezar a volar, para eso debemos empujar a los pollos del nido, démosles la oportunidad de que demuestren de qué son capaces!

Luz y amor para todos, PATRICIA


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