viernes, 24 de agosto de 2012

El nido vacío y el vértigo ante el desapego


Pensar que hasta hace poco se me llenaba la boca, con bastante facilidad por cierto, diciendo: cuando mis hijos crezcan los quiero fuera de casa lo antes posible, para empezar otra vez a tener vida propia.
Los argumentos eran todos muy buenos, convincentes y de lógica pura: llega un momento que quieres vivir la vida con tranquilidad, disfrutando de la pareja, viajes, estancias en el propio hogar atendiendo pura y exclusivamente a las necesidades propias, etc.etc. Hasta aquí sonaba impresionante, un renacer a la vida de uno mismo, tantas veces pospuesta cuando los hijos son pequeños…
 Yo que también vengo cultivando la meditación, pensando y estando convencida con respecto a la importancia del desapego de las cosas materiales y también de las personas, por eso de no ser esclavo de nada y de nadie (esto último lo digo con la boca pequeña), me miro ahora y quedo con la boca abierta… Parezco Espartaco, esclava, en pleno circo romano, lidiando con un montón de fieras mentales que me atacan en tropel…
La teoría hasta aquí, era fantástica, pero…, la primera vez que los hijos se van, que comienzan a ser mayores y ya empiezas a ver la posibilidad real de que vuelen del nido…, el vértigo es tremendo, que abismo… y no le veo el final…
A ver vamos por partes, vamos a tranquilizarnos y razonar:
Practicar el desapego requiere un desarrollo espiritual muy amplio y profundo. Estoy convencida de sus virtudes, pero creo que aun me falta un trecho largo por recorrer para practicarlo con convencimiento pleno, no solo intelectual, que ese lo tengo, sino interior, aceptando con amor y sin apretar los dientes con un nudo doble en el estómago. 
Aún así, no está todo perdido, supongo que como todas las situaciones nuevas de la vida debemos darnos un tiempo de asimilación y de calma, para vivir estos nuevos estados, primero lógicamente con ansiedad, que también hay que dejar que salga y vivirla, para luego ir poco a poco hacia la serenidad.
Al fin dejar volar a los hijos tiene que ver con la generosidad de dejarlos vivir su vida, de que tomen sus propias decisiones (aunque se equivoquen y nos duela), de darles espacio para la libertad y el crecimiento. Sobre el desapego material hablaré en un próximo post.

Luz y amor para todos, PATRICIA

2 comentarios:

  1. Qué difícil todo esto Patricia, dejar que escojan con libertad y respetar... Solemos creer que tenemos la razón. A veces, aunque seas una persona adulta, incluso madurita, tus padres interfieren en tus decisiones,por creer que aún tienen autoridad sobre los hijos, y presionan. ¿Esto nos pasará a nosotros?¿Les dejaremos que sean libres en las elecciones, respetaremos sus posturas? ¿Entenderemos que pueden separse de los roles familiares o lucharemos contra ello?
    Que acto de amor más grande el de aceptar al otro como es, ¿los querremos así? ¿o creemos que la única manera de vivir es aquella en la que nosotros fuimos educados (con avances, claro)?

    Por otro lado, además de aceptar que tienen que construir su vida y la importancia de dejar la libertad suficiente para que elijan, nuestro papel debería ser, a partir de un momento, el de apoyo, el que sepan que estás ahí porque les quieres.

    Cuando  los hijos se empiezan a independizar, coincide con un determinado momento personal de los padres. No hay duda que al crecer los  hijos, los padres vemos como el tiempo pasa, como envejecemos; ahora ellos hacen lo que tu estabas haciendo hace nada (¿20 o 30 años?) y envejecer no es fácil, aceptar la edad en este mundo hecho para la eterna juventud. Aparece una fisura con nuestra juventud aunque no se eche de menos, pero eres consciente que en el tiempo está a años luz.

    Invertimos tanto tiempo y dedicación en nuestros hijos que a pesar de que muchas veces dejamos espacio para nuestra pareja y para nosotros mismos, nos cuesta encontrar este otro papel como padres.

    Más preguntas que respuestas. Como la vida misma.

    Gracias por tus reflexiones.

    Muchos besos.

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  2. Lo más difícil de todo es dejarles que tomen sus propias decisiones y permitir que se equivoquen; decidir cuándo acabó nuestro trabajo de formación y valores y dejarles a ellos que con ese bagaje más las conclusiones que van sacando decidan. Nosotros siempre estaremos ahí nunca les abandonaremos, pero si seguimos parando todos los golpes de alguna forma les estamos impidiendo madurar. Esto no significa que no debamos darles consejos para cosas importantes de la vida pero para muchas otras debemos dejarlos experimentar. Nosotros mismos no nos hemos equivocado y recibido golpes?? y sin embargo estamos aqui!.Claro que envejecemos y es verdad que llevar dos procesos tan complejos como la adolescencia de los hijos y el paso de los años en nosotros mismos se hace mucho trabajo junto.Quizás inconscientemente sujetar la cometa y negarnos a soltarla sea una manera de retener la juventud. Quizás lo bonito sea atrevernos, como cuando éramos jóvenes, soltar la cometa y ver qué pasa, tal vez detrás de ese acto hay un mundo apasionante por descubrir!
    Os quiero mucho, gracias por vuestras reflexiones. No ayudan a todos a crecer!

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