Pensar que
hasta hace poco se me llenaba la boca, con bastante facilidad por cierto, diciendo:
cuando mis hijos crezcan los quiero fuera de casa lo antes posible, para
empezar otra vez a tener vida propia.
Los
argumentos eran todos muy buenos, convincentes y de lógica pura: llega un
momento que quieres vivir la vida con tranquilidad, disfrutando de la pareja,
viajes, estancias en el propio hogar atendiendo pura y exclusivamente a las
necesidades propias, etc.etc. Hasta aquí sonaba impresionante, un renacer a la
vida de uno mismo, tantas veces pospuesta cuando los hijos son pequeños…
Yo que
también vengo cultivando la meditación, pensando y estando convencida con respecto
a la importancia del desapego de las cosas materiales y también de las
personas, por eso de no ser esclavo de nada y de nadie (esto último lo digo con
la boca pequeña), me miro ahora y quedo con la boca abierta… Parezco Espartaco,
esclava, en pleno circo romano, lidiando con un montón de fieras mentales que
me atacan en tropel…
La teoría
hasta aquí, era fantástica, pero…, la primera vez que los hijos se van, que
comienzan a ser mayores y ya empiezas a ver la posibilidad real de que vuelen
del nido…, el vértigo es tremendo, que abismo… y no le veo el final…
A ver vamos
por partes, vamos a tranquilizarnos y razonar:
Practicar el
desapego requiere un desarrollo espiritual muy amplio y profundo. Estoy
convencida de sus virtudes, pero creo que aun me falta un trecho largo por
recorrer para practicarlo con convencimiento pleno, no solo intelectual, que
ese lo tengo, sino interior, aceptando con amor y sin apretar los dientes con
un nudo doble en el estómago.
Aún así, no
está todo perdido, supongo que como todas las situaciones nuevas de la vida
debemos darnos un tiempo de asimilación y de calma, para vivir estos nuevos
estados, primero lógicamente con ansiedad, que también hay que dejar que salga
y vivirla, para luego ir poco a poco hacia la serenidad.
Al fin dejar
volar a los hijos tiene que ver con la generosidad de dejarlos vivir su vida,
de que tomen sus propias decisiones (aunque se equivoquen y nos duela), de
darles espacio para la libertad y el crecimiento. Sobre el desapego material
hablaré en un próximo post.
Luz y amor para todos, PATRICIA
Qué difícil todo esto Patricia, dejar que escojan con libertad y respetar... Solemos creer que tenemos la razón. A veces, aunque seas una persona adulta, incluso madurita, tus padres interfieren en tus decisiones,por creer que aún tienen autoridad sobre los hijos, y presionan. ¿Esto nos pasará a nosotros?¿Les dejaremos que sean libres en las elecciones, respetaremos sus posturas? ¿Entenderemos que pueden separse de los roles familiares o lucharemos contra ello?
ResponderEliminarQue acto de amor más grande el de aceptar al otro como es, ¿los querremos así? ¿o creemos que la única manera de vivir es aquella en la que nosotros fuimos educados (con avances, claro)?
Por otro lado, además de aceptar que tienen que construir su vida y la importancia de dejar la libertad suficiente para que elijan, nuestro papel debería ser, a partir de un momento, el de apoyo, el que sepan que estás ahí porque les quieres.
Cuando los hijos se empiezan a independizar, coincide con un determinado momento personal de los padres. No hay duda que al crecer los hijos, los padres vemos como el tiempo pasa, como envejecemos; ahora ellos hacen lo que tu estabas haciendo hace nada (¿20 o 30 años?) y envejecer no es fácil, aceptar la edad en este mundo hecho para la eterna juventud. Aparece una fisura con nuestra juventud aunque no se eche de menos, pero eres consciente que en el tiempo está a años luz.
Invertimos tanto tiempo y dedicación en nuestros hijos que a pesar de que muchas veces dejamos espacio para nuestra pareja y para nosotros mismos, nos cuesta encontrar este otro papel como padres.
Más preguntas que respuestas. Como la vida misma.
Gracias por tus reflexiones.
Muchos besos.
Lo más difícil de todo es dejarles que tomen sus propias decisiones y permitir que se equivoquen; decidir cuándo acabó nuestro trabajo de formación y valores y dejarles a ellos que con ese bagaje más las conclusiones que van sacando decidan. Nosotros siempre estaremos ahí nunca les abandonaremos, pero si seguimos parando todos los golpes de alguna forma les estamos impidiendo madurar. Esto no significa que no debamos darles consejos para cosas importantes de la vida pero para muchas otras debemos dejarlos experimentar. Nosotros mismos no nos hemos equivocado y recibido golpes?? y sin embargo estamos aqui!.Claro que envejecemos y es verdad que llevar dos procesos tan complejos como la adolescencia de los hijos y el paso de los años en nosotros mismos se hace mucho trabajo junto.Quizás inconscientemente sujetar la cometa y negarnos a soltarla sea una manera de retener la juventud. Quizás lo bonito sea atrevernos, como cuando éramos jóvenes, soltar la cometa y ver qué pasa, tal vez detrás de ese acto hay un mundo apasionante por descubrir!
ResponderEliminarOs quiero mucho, gracias por vuestras reflexiones. No ayudan a todos a crecer!