Aunque no nos guste nada admitirlo
todas las personas somos incoherentes en algún momento de nuestra vida en mayor
o menor medida. Supongo que es difícil ser totalmente coherente en
absolutamente todo. La razón es muy sencilla: estamos muy lejos de ser
perfectos y somos seres muy complejos donde los condicionamientos mentales,
emocionales y de vida se entremezclan.
Esto no quiere decir que no debamos
esforzarnos por intentar ser lo más coherentes posible en la vida, más si cabe
si estamos formando niños como educadores y por supuesto si estamos educando
hijos.
Pero quien no se encontró diciéndole
a grito pelado a su hijo: -No grites maldita sea, dime las cosas hablando o –mamón,
no insultes! o con un cigarrillo en la mano le decimos que fumar perjudica la
salud o que el abuso del alcohol es malo y nos ve beber habitualmente…
Lo malo de las incoherencias es que
crean confusión sobre todo en los niños y jóvenes. Debe ser difícil para ellos
decidir entre dos cosas opuestas que están viendo en sus propios padres o
educadores. Si les decimos que no hagan algo y nosotros lo hacemos lo lógico es
que piensen: algún tipo de satisfacción oculta debe haber en esto prohibido,
porque sino, no lo harían.
Hoy tuve la necesidad de escribir
sobre este tema porque viví un caso cercano de un hecho en el que se pregona a
los cuatro vientos la denuncia a la discriminación, la injusticia social y
todos son loas al altruismo, la empatía, el amor incondicional al otro, etc
etc. Y resulta que desde dentro se ha practicado una discriminación feroz
causada por unos actos, que desde luego fueron muy graves y merecían un castigo
ejemplar, cosa que ocurrió, pero desde mi punto de vista hubiera sido más
coherente y educativo aplicar todo aquello que se pregona desde dentro.
Todos los seres humanos, incluso se
hace con los delincuentes, se merecen una segunda oportunidad. Esta es la
manera de poder rectificar, aprender y recapacitar. El castigo por el castigo
mismo también es una forma de aprender pero otra cosa: que en la vida también
hay personas inflexibles que no dan una segunda oportunidad.
Que se entienda bien, no estoy
juzgando nada ni a nadie, en los seres humas obran condicionantes complejos que
nos hacen obrar de esta o aquella manera; solo estoy tratando de analizar las
distintas maneras que tenemos de aprender en la vida y que como siempre las hay
unas más completas y positivas y otras más negativas pero que también son parte
de la vida y están ahí. Lo mismo que la incoherencia.
Luz y amor para todos, PATRICIA