Me impactó la historia que relata Borges de dos reyes. Uno para burlarse
del otro lo mete en un laberinto que había en su reino y se divierte por algún
tiempo hasta que el otro logra salir.
El rey objeto de esta broma cruel, no solo borra el
reino del otro de la faz de la tierra, sino que lo deja malherido y
completamente solo en el desierto diciéndole que ahora iba a conocer “su
laberinto”, uno del que jamás logrará salir...
Cuantas cosas para pensar, cuantos laberintos puede haber en la vida, en la
mente de las personas, con los amigos, los no amigos, en el trabajo, en la
relación con el otro. Laberintos inmensos sin fin ni horizonte, otros
intrincados y tortuosos.
Nuestro propio cerebro tiene forma de laberinto, ¿será por eso que hay
tantas personalidades distintas como vueltas y requiebros tiene nuestra mente?
El no saber gestionar las emociones tiene que ver con los laberintos de la
vida. Tal vez ese cerebro poderoso que tenemos deba entrenarse, no para
desandar laberintos, sino “las propias emociones” que ellos albergan.
Quizás así, si nos conocemos mejor, nuestras opciones para salir de los laberintos de la vida sean mayores y con un resultado más satisfactorio!
Quizás así, si nos conocemos mejor, nuestras opciones para salir de los laberintos de la vida sean mayores y con un resultado más satisfactorio!
Luz y amor para todos, PATRICIA